Ernest Hemingway es uno de los escritores más influyentes de la literatura norteamericana y mundial. Nacido en Oak Park, Illinois, en 1899, su obra ha sido fundamental en el desarrollo de la narrativa moderna, caracterizada por un estilo conciso y directo. Su extensa y prolífica producción incluye novelas, cuentos y ensayos, consolidándolo como una figura clave en la literatura del siglo XX.
Los inicios de un gran narrador
Desde joven, Hemingway demostró un profundo interés por la literatura y el periodismo. Trabajó como corresponsal en Europa durante la Primera Guerra Mundial, experiencia que influyó significativamente en su escritura. Su primera novela, The Sun Also Rises (1926), fue un hito en la literatura moderna, al capturar la desilusión de la "Generación Perdida". La novela fue aclamada por su estilo sobrio y su retrato de la sociedad de posguerra.









Consagración literaria y temáticas
"Fiesta" (The Sun Also Rises, 1926) – Narra la vida de expatriados estadounidenses y británicos en Europa después de la Primera Guerra Mundial, capturando la desilusión de la "Generación Perdida".
"Adiós a las armas" (A Farewell to Arms, 1929) – Una novela semiautobiográfica sobre un soldado estadounidense que se enamora de una enfermera durante la Primera Guerra Mundial, explorando el amor y la tragedia en tiempos de guerra.
"Por quién doblan las campanas" (For Whom the Bell Tolls, 1940) – Ambientada en la Guerra Civil Española, sigue a un soldado estadounidense que lucha junto a los republicanos y reflexiona sobre el sacrificio y la muerte.
"El viejo y el mar" (The Old Man and the Sea, 1952) – Una historia corta pero poderosa sobre un viejo pescador cubano que lucha contra un gran pez en el mar. Esta obra le valió el Premio Pulitzer y consolidó su legado literario.
"Tener y no tener" (To Have and Have Not, 1937) – Un relato de supervivencia ambientado en los Cayos de Florida y Cuba, que combina aventura, política y crítica social.
"Islas a la deriva" (Islands in the Stream, 1970, póstuma) – Publicada tras su muerte, presenta la vida de un artista que lucha con la pérdida y la guerra en el Caribe.







A lo largo de su carrera, Hemingway recibió numerosos premios y distinciones, entre ellos el Premio Pulitzer por The Old Man and the Sea (1953) y el Premio Nobel de Literatura (1954). Este último galardón fue otorgado en reconocimiento a su "maestría en el arte de la narración y la influencia que ha ejercido en el estilo contemporáneo".
Ernest Hemingway en París (1921-1928)
La etapa de Ernest Hemingway en París fue crucial en su formación como escritor. Vivió en la capital francesa entre 1921 y 1928, un periodo en el que pulió su estilo, se rodeó de grandes intelectuales y comenzó a forjar su legado literario. Durante estos años, trabajó como periodista y escritor, absorbiendo la efervescencia cultural del París de entreguerras.
En 1921, Hemingway llegó a París con su primera esposa, Hadley Richardson, con quien se había casado poco antes. Trabajaba como corresponsal del Toronto Star, lo que le permitió viajar por Europa y reportar sobre eventos políticos y sociales. A través de esta labor, adquirió una gran capacidad de observación y un estilo conciso, cualidades que luego marcarían su obra literaria.
París en los años 20 era un hervidero cultural, un lugar de encuentro para artistas e intelectuales, y Hemingway rápidamente se integró en este ambiente.
La Generación Perdida y la Influencia de Gertrude Stein
Uno de los aspectos más influyentes de su estancia en París fue su relación con la Generación Perdida, un grupo de escritores y artistas expatriados que compartían una visión desencantada del mundo tras la Primera Guerra Mundial. Entre ellos se encontraban F. Scott Fitzgerald, Ezra Pound, James Joyce y Gertrude Stein.
Stein, en particular, se convirtió en su mentora y le enseñó la importancia de la economía del lenguaje, algo que definió el estilo de Hemingway. Fue ella quien acuñó el término "Generación Perdida", que describía a los jóvenes desorientados y marcados por la guerra.
La Influencia de París en su Escritura
Durante su estancia en la ciudad, Hemingway escribió cuentos y relatos que luego formarían parte de su primer libro, "In Our Time" (1925). También trabajó en su primera novela importante, "Fiesta" (The Sun Also Rises, 1926), en la que retrata a un grupo de expatriados en España tras la guerra, capturando el espíritu de la Generación Perdida.
París también lo llevó a adoptar un estilo minimalista, con frases cortas y directas, evitando adornos innecesarios. Aprendió la importancia de **“mostrar en lugar de decir”**, técnica que usó magistralmente en su narrativa.
Los Cafés y su Rutina de Escritura
Hemingway solía escribir en cafés emblemáticos como el Café de Flore, Les Deux Magots y La Closerie des Lilas. Tenía una rutina disciplinada: escribía en las mañanas y dedicaba las tardes a recorrer la ciudad, leer y socializar con otros escritores.
También frecuentaba Shakespeare and Company, la famosa librería de Sylvia Beach, donde tuvo acceso a libros que marcaron su desarrollo literario.






Crisis Personal y Salida de París
En 1926, Hemingway conoció a Pauline Pfeiffer, una periodista de moda con la que comenzó un romance. Este amorío provocó el fin de su matrimonio con Hadley y, en 1928, tras su divorcio y nuevo matrimonio con Pauline, dejó París y se trasladó a Estados Unidos.
Años más tarde, en 1964, publicó "París era una fiesta" (A Moveable Feast), una obra póstuma en la que rememoraba con nostalgia sus años en la capital francesa y sus interacciones con otros escritores.
Legado de su Etapa en París
La estancia de Hemingway en París fue determinante para su evolución literaria. Allí desarrolló su estilo distintivo, consolidó su círculo de influencias y creó algunas de sus obras más importantes. Su paso por la capital francesa quedó inmortalizado en la literatura, dejando una huella indeleble en la historia de la literatura del siglo XX.
Ernest Hemingway y la Guerra Civil
Hemingway llegó a España en 1937 como periodista para la North American Newspaper Alliance (NANA). Durante este tiempo, cubrió los acontecimientos del conflicto, apoyando a la causa republicana contra el golpe de Estado liderado por Francisco Franco. Su trabajo lo llevó a estar en el frente de batalla, convivir con combatientes y observar de primera mano la brutalidad de la guerra.
Además de sus artículos periodísticos, produjo el documental "The Spanish Earth" (1937), dirigido por Joris Ivens, en el que buscaba generar apoyo internacional para los republicanos. Hemingway incluso viajó a Estados Unidos para promoverlo y recaudar fondos para la causa.







Influencia en su obra literaria
Su experiencia en la guerra se reflejó en varias de sus obras, especialmente en la novela "Por quién doblan las campanas" (For Whom the Bell Tolls, 1940), considerada una de sus mejores y más influyentes. La historia sigue a Robert Jordan, un joven estadounidense que lucha con las Brigadas Internacionales y participa en una misión para volar un puente estratégico en la Sierra de Guadarrama. La novela no solo muestra el conflicto armado, sino también los dilemas morales y la brutalidad de ambos bandos.
En sus relatos cortos, como "La quinta columna", también abordó la guerra con una perspectiva más directa y personal.







Postura política y legado
Si bien Hemingway simpatizaba con los republicanos y criticaba el avance del fascismo, nunca se afilió formalmente a ningún partido político. Sin embargo, sus escritos dejan clara su admiración por los combatientes antifranquistas y su desilusión ante la intervención tardía (o nula) de otras naciones democráticas en el conflicto.
Años después, con el triunfo de Franco, Hemingway se distanció de España, aunque su amor por el país nunca desapareció. Su participación en la Guerra Civil Española sigue siendo un aspecto fundamental de su vida y obra, consolidándolo como un escritor comprometido con su tiempo y su entorno político.
Ernest Hemingway en Cuba: Un Refugio Literario y Vital (1939-1960)
La estancia de **Ernest Hemingway en Cuba** fue una de las más largas e importantes de su vida. Durante más de **20 años (1939-1960)**, la isla se convirtió en su hogar, su refugio de escritura y su fuente de inspiración. Allí escribió algunas de sus obras más emblemáticas, cultivó amistades con pescadores y locales, y se involucró en la vida cubana de una manera profunda y auténtica.



Llegada a Cuba y la Finca Vigía
Hemingway llegó a Cuba en 1939, después de viajar por Europa y Estados Unidos. En un principio, se hospedó en el Hotel Ambos Mundos, en La Habana Vieja, donde escribió parte de su novela Por quién doblan las campanas (1940). En 1940, junto con su tercera esposa, Martha Gellhorn, compró la Finca Vigía, una hermosa propiedad en San Francisco de Paula, a unos 15 kilómetros de La Habana.
Desde esta finca, Hemingway disfrutaba de una vida tranquila, rodeado de gatos, libros y amigos. Aquí escribió gran parte de sus novelas, incluyendo la célebre "El viejo y el mar" (1952), inspirada en sus experiencias con los pescadores cubanos.
El Viejo y el Mar: Inspiración Cubana
Uno de los vínculos más estrechos de Hemingway con Cuba fue su relación con los pescadores de Cojímar, un pequeño pueblo costero. Allí conoció a Gregorio Fuentes, un viejo marinero que se convirtió en su amigo y fuente de inspiración para el personaje de Santiago, el protagonista de El viejo y el mar.
Esta novela, publicada en 1952, es un homenaje a la vida dura y resiliente de los pescadores cubanos y le valió el Premio Pulitzer en 1953, consolidando su legado literario. En 1954, Hemingway ganó el Premio Nobel de Literatura**, y dijo que lo dedicaba al pueblo cubano, pues había escrito sus mejores obras en la isla.
Pasión por la Pesca y el Mar
Hemingway tenía una profunda relación con el mar. Pasaba largas horas en su yate "Pilar", navegando por las aguas del Caribe, pescando y explorando la vida marina. La pesca de altura, en especial la caza del pez espada y el marlin, era una de sus grandes pasiones.
Se convirtió en una figura habitual en Cojímar, donde compartía ron con los pescadores y participaba en torneos de pesca. Su amor por el mar y la pesca quedó reflejado en su literatura, pero también en su vida cotidiana en Cuba.
Relación con el Pueblo Cubano
Hemingway fue un personaje querido en Cuba. A pesar de ser estadounidense, tenía una conexión especial con el pueblo cubano, hablaba español fluidamente y vivía sin lujos. No era un expatriado elitista; prefería beber en bares como La Bodeguita del Medio y El Floridita, donde se popularizó su famosa frase:
"Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en El Floridita."
También era generoso con los lugareños. Ayudó económicamente a varios amigos cubanos y mantenía un fuerte vínculo con sus empleados de la Finca Vigía.
Hemingway y la Segunda Guerra Mundial: Espionaje en el Caribe
Durante la Segunda Guerra Mundial, Hemingway usó su yate *Pilar* para patrullar las costas cubanas en busca de **submarinos nazis**. Aunque no se sabe con certeza si alguna vez avistó uno, esta actividad reforzó su espíritu aventurero.
Trabajó de cerca con el FBI y la embajada de EE.UU. en Cuba, aunque con el tiempo sus relaciones con los norteamericanos se deterioraron, especialmente cuando la política de EE.UU. cambió hacia la isla.
Salida de Cuba y Últimos Años
La llegada de la Revolución Cubana en 1959 complicó la relación de Hemingway con la isla. Aunque en un principio Fidel Castro admiraba a Hemingway, la tensión política entre Cuba y EE.UU. hizo que el escritor se sintiera en una posición incómoda.
En 1960, con su salud deteriorada y la presión del gobierno estadounidense, Hemingway dejó Cuba y se trasladó a Idaho, Estados Unidos. Sin embargo, nunca renunció a su amor por Cuba. De hecho, en 1961, poco antes de su muerte, expresó su deseo de regresar.
Legado en Cuba
Hoy, la presencia de Hemingway en Cuba sigue siendo muy fuerte:
La Finca Vigía es ahora el Museo Ernest Hemingway, donde se conservan sus libros, objetos personales y su icónica máquina de escribir.
Cojímar aún honra su memoria con una estatua en su honor.
-Sus bares favoritos, El Floridita y La Bodeguita del Medio, siguen atrayendo visitantes de todo el mundo.
Hemingway encontró en Cuba un segundo hogar, y su amor por la isla sigue vivo en su literatura y en la memoria de los cubanos.



La Afición de Hemingway por la Bebida y su Cóctel Favorito: El Daiquirí Hemingway
Ernest Hemingway fue conocido por su amor por la bebida. No solo disfrutaba del alcohol en su vida social, sino que también lo convirtió en parte de su rutina creativa y de su personalidad literaria. Bebía en bares icónicos de París, España y especialmente en Cuba, donde desarrolló un cariño especial por el daiquirí, su cóctel preferido.
El Daiquirí Hemingway (Papa Doble)
El cóctel favorito de Hemingway era el daiquirí, pero con una variación personal. Como era diabético, evitaba el azúcar y lo prefería más fuerte, con el doble de ron. Por esta razón, su versión del daiquirí se conoció como "Papa Doble", ya que en Cuba lo llamaban "Papa" por su aspecto robusto y paternal.
Receta del Daiquirí Hemingway (Papa Doble)
Ingredientes:
- 90 ml de ron blanco (el doble de lo normal)
- 30 ml de jugo de lima fresco
- 15 ml de jugo de toronja fresco
- 15 ml de licor de marrasquino
- Hielo picado
Preparación:
1. En una coctelera, agrega el ron, el jugo de lima, el jugo de toronja y el licor de marrasquino.
2. Añade hielo picado y agita vigorosamente durante unos 15 segundos.
3. Sirve en una copa fría, preferiblemente sin azúcar ni decoración, como le gustaba a Hemingway.
Los Bares Favoritos de Hemingway
Hemingway tenía dos bares predilectos en La Habana donde disfrutaba de sus tragos:
El Floridita: Aquí fue donde perfeccionó su amor por el daiquirí. Se dice que en una sola visita podía beber hasta una docena de "Papa Dobles".
La Bodeguita del Medio: Aunque su favorito era el daiquirí, también se le atribuía una gran afición por el mojito, el cual solía tomar en este icónico bar.
Otras Bebidas Favoritas de Hemingway
Además del daiquirí, Hemingway disfrutaba de otras bebidas fuertes, como:
- Whisky y soda (un clásico en sus mañanas de escritura).
- Absenta, a la que llamaba "el hada verde".
- Gin Tonic, especialmente en sus viajes por África.
Hemingway y la Cultura de la Bebida
Para Hemingway, el alcohol no era solo un placer, sino también una fuente de inspiración. En muchas de sus novelas y cuentos, los personajes beben como parte de su identidad, desde los expatriados en *Fiesta* hasta los pescadores de *El viejo y el mar*.
Su lema sobre la bebida era claro:
"Escribe borracho, edita sobrio".

El suicidio
Extracto del artículo publicado en el Blog https://adarvegranadino.weebly.com/
Autor: Antonio Gómez Romera
Tal día como mañana, domingo, 2 de Julio, Festividad de Santa Gloria, vigésimo sexta semana de 2.023, hace 62 años (domingo, 1.961), el escritor norteamericano, autor de la célebre novela “El viejo y el mar” y Premio Nóbel de Literatura 1.954, Ernest Miller Hemingway, se suicida, a los 61 años de edad, volándose la cabeza con su escopeta de caza.
En su casa de Ketchum (Idaho, EEUU), en la madrugada, abre la bodega del sótano (donde guarda sus armas), sube las escaleras hacia el vestíbulo de la entrada principal y mete dos balas en la escopeta Boss calibre doce, de doble cañón, coloca el extremo del cañón en su boca y aprieta el gatillo.
El día anterior ha regresado de la “Clínica Mayo” en Rochester (Minnesota), donde ha recibido terapias de electrochoques (que han hecho que pierda su memoria fotográfica), tras su tercer intento de suicidio en menos de un año. Ese día, también, mientras cena en un restaurante, le dice a su esposa (la periodista Mary Welsh, Walker, Minnesota, 1.908 - Nueva York, 1.986) que los camareros son agentes del FBI, contratados para seguirlo.
Hemingway está bastante enfermo. Alejado de su adorada “Finca Vigía”, (una propiedad de 6 hectáreas de extensión y una casa de estilo español) situada a unos 15 km al SE de La Habana (Cuba), donde ha pasado la última parte de su vida (de 1.939 a 1.960), está sumamente deprimido.
Está convencido de que lo mejor de “la fiesta” (título de una de sus novelas más célebres) ha pasado. Las contrariedades se le agolpan y le parecen irreversibles: ha tenido que abandonar su adorada Cuba (el 25 de Julio de 1.960, se dice que por su poca afinidad, con el recién llegado al poder, Fidel Castro); su salud es pésima, a causa de diversos accidentes en sus viajes por el mundo (*) y de su alcoholismo crónico; ha pasado de pesar 120 a 50 kilos; le cuesta (cada vez más) escribir… la redacción de su ensayo “El verano peligroso”, ambientada en España, se le resiste… Además, se cree vigilado por el FBI, algo que parece una paranoia, pero que se va a demostrar veraz… décadas después al desclasificar la Agencia sus archivos.
Nota (*): Ernest tiene varios traumas craneoencefálicos. En un accidente en 1.944 con el fotógrafo Robert Capa (1.913 - 1.954), cubriendo como periodista la II Guerra Mundial, requirió 57 puntos de sutura. En 1.954, en un doble accidente de avión en Nairobi, en el que intentó salir de la aeronave en llamas golpeando la ventana con la cabeza y fracturándose el cráneo, al punto de que el líquido cefalorraquídeo corrió por uno de sus oídos.
Durante los últimos años de su vida, el comportamiento de Ernest ha sido similar al de su padre antes de que se suicidara (con un disparo a la cabeza). El doctor Clarence Edmonds Hemingway (1.871 - 1.928) pudo haber sufrido de una enfermedad genética, hemocromatosis, donde la incapacidad de metabolizar el hierro, culmina en un deterioro mental y físico… y cuando Ernest recibió la noticia de su muerte, dijo: “Probablemente yo, termine de la misma manera”. Los registros médicos disponibles en 1.991, confirman que a Ernest se le diagnostica la hemocromatosis, a principios de 1.961. Su hermana Úrsula (1.902 - 1.966), su hermano Leicester (1.915 - 1.982) y su nieta, la modelo y actriz Margaux (1.954 - 1.996), también se suicidaron.
Aunque en un principio, su esposa declara, a la policía y a la prensa, que se ha tratado de un accidente: la escopeta se le ha disparado, mientras limpiaba el arma… poco después, se confirma que, Ernest Miller Hemingway, el hombre que ha sobrevivido a tres guerras (la I Guerra Mundial, la Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial); el hombre que se jacta de pescar (sin ayuda de nadie) marlines más grandes que él y de cazar leones en África; el autor literario más fascinante del siglo XX, se ha suicidado aquella mañana del domingo, 2 de Julio de 1.961.
Siete días después, el domingo, 9 de Julio, Gabriel García Márquez escribe en una columna para la revista mexicana “Novedades”: “Hemingway no parecía pertenecer a la raza de los hombres que se suicidan. En sus cuentos y novelas, el suicidio era una cobardía, y sus personajes eran heroicos solamente en función de su temeridad y su valor físico. Pero, de todos modos, el enigma de la muerte de Hemingway es puramente circunstancial, porque esta vez las cosas ocurrieron al derecho: el escritor murió como el más corriente de sus personajes, y principalmente para sus propios personajes”.
A primera vista, el suicidio de Ernest Hemingway es una especie de contradicción.
De algún modo, no puede ser verosímil un suicidio en Hemingway: no en esa personalidad portentosa que se ha encargado de formar un mito (más allá de la literatura), el mito de un hombre que se mete en estruendosas peleas en medio de borracheras y resiste las lluvias de las balas del franquismo español y sobrevive al desembarco en Normandía…
… Sin embargo, con el paso de los años, esa imagen de hombre, duro como el mármol, empieza a agrietarse… y poco a poco, comienzan a conocerse… las informaciones que nos hablan de sus enfermedades mentales, de sus miedos profundos, de sus traumas de infancia y de sus inclinaciones al suicidio…
Según sus biógrafos y los testimonios de algunos de sus amigos, como el escritor John Dos Passos (Chicago, Illinois, 1.896 – Baltimore, Maryland, 1.970) y la periodista Lillian Ross (Siracusa, Nueva York, 1.918 - Manhattan, Nueva York, 2.017), Ernest era un hombre que pasaba de la alegría a una profunda melancolía con facilidad y que tenía fuertes explosiones de irritabilidad, incluso con quienes más quería. “El péndulo en su sistema nervioso, oscilaba periódicamente, entre la megalomanía y la melancolía” (Carlos Baker, 1.909 - 1.987, su más famoso biógrafo).
Para Ernest, la idea de la muerte y el suicidio son una fuerte obsesión. En 1.923, escribe a la escritora de vanguardia y su mentora, Gertrude Stein (11.874 - 1.946): “Por primera vez, entiendo cómo un hombre puede cometer suicidio, solo por tener tantas cosas con las que debe cumplir, que no sabe por dónde empezar”. 12 años después (1.935), Ernest le escribe al poeta Archibald MacLeish (1.892 - 1.982): “A mí me gusta mucho la vida, tanto, que será un gran disgusto, cuando tenga que dispararme a mí mismo”. En 1.954, le envía a la actriz Ava Gardner (1.922 - 1.990) una carta en la que dice: “Aunque no soy un creyente de los análisis, creo que gasto todo este infierno de tiempo matando animales y pescando 'marlins', para de ese modo, no matarme a mí mismo”.
