Institución Libre de Enseñanza

La Institución Libre de Enseñanza fue fundada en 1876 por un grupo de catedráticos (entre los que se encontraban Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón), separados de la Universidad por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a los dogmas oficiales en materia religiosa, política o moral.

Ello los obligó a proseguir su tarea educadora al margen de los centros universitarios del Estado, mediante la creación de un establecimiento educativo privado, cuyas primeras experiencias se orientaron hacia la enseñanza universitaria y, después, a la educación primaria y secundaria.

En el proyecto participaron Joaquín Costa, Augusto González de Linares, Hermenegildo Giner, Federico Rubio y otras personalidades comprometidas en la renovación educativa, cultural y social.

A partir de 1881 empezaron a formar parte del cuerpo docente de la Institución profesores formados en ella (Manuel Bartolomé Cossío, que sucederá a Giner al frente de la ILE, Ricardo Rubio, Pedro Blanco, Ángel do Rego, José Ontañón, Pedro Jiménez-Landi...), cuya labor afianzará el proyecto institucionista y garantizará su continuidad.

H. G. Wells, Rabindranath Tagore, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Azorín, Eugenio D'Ors o Ramón Pérez de Ayala, algunas de ellas íntimamente vinculadas con la Institución, como Julián Sanz del Río, Antonio Machado Álvarez, Antonio y Manuel Machado Ruiz, Julio Rey Pastor, Luis Simarro, Nicolás Achúcarro, Francisco Barnés o Alice Pestana.

Bajo la influencia de Giner y la Institución se emprendieron desde organismos públicos importantes reformas en los terrenos jurídico, educativo y social, y se crearon organismos como el Museo Pedagógico, y la Junta para Ampliación de Estudios, de la que dependían el Centro de Estudios Históricos, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales o la Residencia de Estudiantes.

Principios pedagógicos

La ILE ensaya una pedagogía que sigue las aportaciones de Giner de los Ríos y será después incorporada al Instituto Escuela.

  • Se trata de instruir, pero también de educar el carácter.
  • La meta es la formación total de la persona, por lo cual se ha de cuidar incluso el edificio y las instalaciones, que estén bien iluminados, etcétera
  • Se cuida el desarrollo del cuerpo, que ha de ser paralelo al del espíritu.
  • Defienden el papel en la pedagogía de la intuición. Se trata no de enseñar las cosas, sino de enseñar a hacerlas, procurando que la educación involucre al estudiante de una forma activa.
  • Conceptos como el de evaluación continua cercana al alumno, evitando el examen.
  • Los puntos fundamentales de la doctrina pedagógica de son la educación física, la artística y la moral.
  • La educación moral no es sino la formación del carácter, en lo cual es un factor decisivo la personalidad del maestro.
  • Como se trata de educar, su base primordial e ineludible es el principio de la "reverencia que al niño se debe"; es una educación que tiene el respeto por cualquier persona un principio fundamental y que procura sembrar en la juventud respetando la más absoluta libertad.
  • Se trata de formar hombres, personas "capaces de concebir un ideal, de gobernar su propia vida y de producirla mediante el armonioso consorcio de todas sus facultades". De ahí que el papel de una profunda formación en humanidades sea fundamental para, desde ella, cimentar una educación profesional de acuerdo con las aptitudes y vocación de cada uno.
  • Conseguir este objetivo implica cultivar el cuerpo y el alma, de manera que "nada le fuese ajeno". De ahí también la atención a la salud, la higiene, el decoro, el vigor físico, la corrección y nobleza de hábitos y maneras; la amplitud, elevación, delicadeza del sentir, pues para poder aprender lo primero que hay que hacer es educar la sensibilidad para lo que va a venir después, la depuración de los gustos estéticos; la tolerancia, la ingenua alegría, el valor sereno, la conciencia del deber, la honrada lealtad, la formación en suma de valores armónicos.
  • Se potencia el trabajo personal y creador, el procedimiento socrático y la individualidad de la acción educadora.
  • Rechaza el libro de texto y prefiere una educación práctica formada sobre todo por viajes y excursiones. La labor del maestro consiste en despertar y mantener vivo el interés del niño excitando sus pensamientos, sugiriendo cuestiones y ampliando con otros nuevos sus puntos de vista. La clase, activa, ha de servir para enseñar y aprender a trabajar estimulando y valorando el esfuerzo, el trabajo personal.
  • La educación no abarca un periodo determinado de la vida, sino la vida entera.
  • Respecto a la universidad, lo primero que necesita es autonomía para poder moverse libremente, sin trabas externas administrativas ni tutelas dogmáticas. También es esencial tener un profesorado con "densidad científica, vocación docente, generosidad y abnegación corporativas". Y, en fin, necesita disponer de los recursos económicos necesarios.
  • En lo referente a los exámenes (el examen de Estado) piensan que todo examen es ya en sí mismo desmoralizador, favoreciendo el engaño la repentización y el memorismo.
  • El trabajo manual agudiza el ingenio, la originalidad es una puerta de salida a la actividad del niño y favorece la virtud de la paciencia y la creatividad.
  • El ideal estético ha sido otra de las grandes aportaciones modernas a la obra de la educación. Su cultivo tiene formas exteriores bien conocidas, desde la decoración de la escuela hasta el estudio de los grandes modelos artísticos y literarios, el conocimientos de los tesoros acumulados en los museos, la música, el paisaje, el dibujo y tantas otras.

Texto resumido de la Fundación Ginés de los Ríos y Wikipedia.

La Institución Libre de Enseñanza tras la Guerra Civil

En la España franquista se acusó a la ILE de todos los males de la patria, culpabilizándolos del desencadenamiento de la guerra. Como botón de muestra pueden servir el libro “La Institución Libre de Enseñanza”, auspiciado por la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia publicado en 1940, donde se reúnen una serie de trabajos en parte inicialmente aparecidos en 1937 en El Noticiero de Zaragoza, escritos por personajes políticos de primera fila además de prestigiosos profesores o catedráticos de universidad, como eran: Fernando Martín-Sánchez Juliá, Miguel Artigas, Antonio de Gregorio Rocasolano, Miguel Allué Salvador, Miguel Sancho Izquierdo, Benjamín Temprano, Carlos Riba, Domingo Miral, José Talayero, Ángel González Palencia.. Entre ellos hay una notable presencia de nombres vinculados a la ciudad de Zaragoza, hecho al que no será ajena la circunstancia de que la Comisión para la Depuración del Personal Universitario –Comisión A–, creada por Decreto publicado en el BOE de 11 de noviembre de 1936, que fue presidida por Antonio de Gregorio Rocasolano y de la que fue secretario Ángel González Palencia, hubiera establecido con anterioridad su sede en esa ciudad). En esta obra se lanzan los ataques más viscerales y truculentos contra la obra de la ILE. En algunos momentos superan lo imaginable en cuanto a su crueldad. Por ello, nada tiene de extraño que González Palencia en el último capítulo del libro proponga arrasar la escuela de niños que la ILE tenía en la calle Martínez Campos de Madrid, sembrando de sal el solar y poner un cartel que recordase a las generaciones futuras la traición de los dueños de aquella casa para con la Patria inmortal.

Toda esta obra de persecución contra esa encomiable laboral cultural, ya la anunciaba Pablo Neruda, cónsul de Chile en Madrid  desde 1935, que tras el golpe militar y la subsiguiente guerra escribió en 1937: Estoy convencido de que una ola fascista de persecuciones jamás vista en la historia del mundo, terminará con todo lo vital y creativo de España. A sangre y fuego terminarán con todo. Y así fue. El Nuevo Estado que surgió tras la guerra practicará desde el principio una política implacable de tierra quemada. Había que exterminar de raíz la planta del liberalismo, de la democracia, del socialismo, del nacionalismo y, por supuesto, de toda la cultura auspiciada por la ILE.

Extracto de la publicación en https://www.andalan.es